Introducción
Ya ha pasado una semana desde que los adornos navideños volvieron a su caja, los villancicos dejaron de sonar, pasó la cabalgata y las vacaciones se despidieron con un nostálgico «hasta el próximo año«. Para los más pequeños, este regreso a la rutina puede ser como bajar de una montaña rusa: emocionante, agotador y, para algunos, un poco desconcertante.
Cuando hablamos de niños con discapacidad, este proceso puede tener matices únicos. Cada pequeño tiene su propio ritmo, y la transición puede ser tanto un reto como una oportunidad para crecer. En este artículo, exploraremos cómo viven los niños este retorno, qué señales debemos observar y cómo acompañarlos con calidez y comprensión.
¿Cómo viven los niños la vuelta a la rutina?
Para un niño, volver a la rutina no es solo regresar al colegio o las terapias. Es también adaptarse de nuevo a horarios, expectativas y un entorno estructurado después de un periodo donde todo se sentía más libre y mágico.
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El choque con la realidad
Las vacaciones son como un sueño en el que puedes levantarte tarde, jugar más y disfrutar de una agenda más relajada. Pero luego llega enero, y con él, el despertador. Este cambio puede resultar abrumador, especialmente para los niños con discapacidad que necesitan la predictibilidad.
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Las emociones encontradas
No todos los niños reaccionan igual. Algunos están emocionados por ver a sus amigos y retomar actividades que les gustan. Otros pueden sentirse ansiosos, tristes o incluso un poco frustrados al abandonar la comodidad del hogar.
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Cambios en el comportamiento
Es común notar ciertos cambios en las primeras semanas:
- Mayor irritabilidad.
- Dificultad para concentrarse.
- Cambios en los patrones de sueño o alimentación.
Estos comportamientos suelen ser parte del proceso de adaptación, pero es importante estar atentos para ofrecer el apoyo necesario.
El impacto en niños con discapacidad
Para los niños con discapacidad, la vuelta a la rutina puede tener desafíos adicionales:
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Sensibilidad a los cambios
Muchos niños con TEA o trastornos del procesamiento sensorial pueden sentir los cambios más intensamente. Las luces fluorescentes del colegio, los sonidos fuertes o la presión de cumplir horarios pueden ser abrumadores.
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Retomar las terapias
Aunque las terapias son fundamentales para su desarrollo, volver a ellas después de un descanso puede requerir un periodo de adaptación. Algunos niños pueden resistirse al principio, especialmente si sienten que están dejando atrás momentos de diversión.
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El desafío social
Si tu hijo tiene dificultades para relacionarse con sus compañeros, el regreso al entorno escolar puede ser un reto emocional. Es importante reforzar su autoestima y ayudarle a encontrar maneras de conectar con los demás.
Cómo acompañar a los niños en este proceso
Aunque cada niño es único, hay estrategias que pueden hacer esta transición más llevadera:
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Recuperar la rutina poco a poco
Si aún no lo has hecho, es buen momento para ajustar horarios y actividades gradualmente. Por ejemplo, establecer una hora fija para dormir y despertarse, y planificar tiempos de descanso entre actividades.
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Hablar de sus emociones
Para los más pequeños, expresar cómo se sienten puede ser complicado, pero tú puedes ayudar. Pregunta cosas como:
- “¿Qué te gustó más de volver al cole?”
- “¿Qué es lo que te parece más difícil ahora?”
Recuerda validar sus emociones: está bien sentirse triste o nervioso.
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Crear momentos de diversión en la rutina
¿Quién dijo que la rutina tiene que ser aburrida? Introduce pequeños momentos de juego o actividades que disfruten. Esto no solo hará que el día sea más llevadero, sino que también les ayudará a asociar la estructura con cosas positivas.
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Hablar con los profesores y terapeutas
Mantén una comunicación abierta con el colegio y las personas que trabajan con tu hijo. Ellos pueden darte pistas sobre cómo está adaptándose y sugerencias para apoyarlo mejor.
El papel del humor y la paciencia
La paciencia es clave en estas primeras semanas. No todo saldrá perfecto, y eso está bien. Si una mañana se convierte en un caos porque alguien no quiere ponerse los zapatos, respira hondo y recuerda: las cosas mejoran con el tiempo.
Un toque de humor puede ser tu mejor aliado. Por ejemplo, si olvidaste preparar la merienda y tienes que improvisar con una galleta y una fruta, ríete de ello y sigue adelante. Tu actitud será un ejemplo para tus hijos de cómo manejar las situaciones difíciles.
Reflexión final: ¿qué aprendimos de este regreso?
Cada vez que afrontamos un cambio, estamos aprendiendo algo. La vuelta a la rutina no es solo un ajuste logístico, sino una oportunidad para desarrollar resiliencia, paciencia y empatía, tanto en los niños como en nosotros mismos.
Y aquí va una pregunta para ti:
Si pudieras cambiar una cosa de tu rutina para hacerla más agradable, ¿qué sería?
Quizás este sea el momento perfecto para ajustar pequeños detalles que hagan tus días más llevaderos y los de tu familia más felices.
Espero que este artículo te inspire a acompañar a tus hijos con comprensión y optimismo en este regreso. Si te ha gustado, ¡compártelo para que más familias puedan encontrar apoyo en este proceso! Y recuerda: Sabemos Ayudarte.
Áurea Franco
Psicóloga y Logopeda