Voy a aprovechar esta festividad de Halloween para reflexionar con vosotros acerca de los vampiros…pero de otra clase.
Desde que el mundo es mundo han existido los vampiros. Sí, sí, como lo oís, siempre ha habido vampiros sobre la faz de la tierra. La literatura de todos los tiempos y los cuentos populares transmitidos por tradición oral así lo atestiguan. Y es que a menudo nos solemos quedar con la parte literal de las historias, sin reparar en que esos relatos, al igual que los libros sagrados de cualquier religión o las costumbres atávicas de los pueblos, no son, si no una parábola, una forma de explicar y legar una sabiduría común y ancestral.
Así la física cuántica con sus demostraciones empíricas de fenómenos que hasta ahora formaban parte de la fantasía o la magia, ha venido a poner de manifiesto que el hombre sabe mucho más de lo que cree saber, lo que sucede es que debido al carácter eminentemente científico de nuestras sociedades, hemos relegado a un segundo plano todo lo que hasta ahora no hemos podido demostrar en un laboratorio. Sin embargo, cada nuevo descubrimiento de la física cuántica, de algún modo se hallaba implícito en el acervo cultural de los pueblos, en esas parábolas a modo de cuento o historias antiguas, pues es ésta una física de las cosas que no se ven, lo cual no implica su inexistencia.
Por esto es por lo que digo que los vampiros han existido siempre. Nos solemos representar al vampiro como lo hemos visto en la iconografía tradicional, de tez blanca, pelo oscuro, con colmillos afilados y larga capa, descansando plácidamente durante el día en su ataúd, para ya entrada la noche, salir a alimentarse de sangre humana. Y está muy bien así, porque la simbología no es sino un resumen de muchos conceptos encriptados en un sólo ideograma, el cual acumula y transmite mucha información de una forma asequible y fácil para quien lo maneja. Pero, hay que saber descifrar esa información, y leyendo entre líneas, nos daremos cuenta, que los vampiros no son como nos los han pintado, que va, ni mucho menos, son mucho más normalitos. La vecina del tercero, tu jefe, el típico compañero de trabajo insoportable, tu primo el del pueblo… señoras y señores, ¡Bienvenidos a la nueva Transilvania! Estamos rodeados.
Y es que deshaciendo la metáfora, un vampiro es alguien que se alimenta de otro, que necesita de la energía y la vitalidad del otro para sobrevivir, y que, a la vez que de una dentellada le deja seco o seca, al mismo tiempo lo convierte en otro vampiro. Es también que está regañado con la vida, a través de la queja y de la negatividad con la que lo observa todo, que tiene una existencia gris y anodina, que necesita que haya mucha más gente como él o como ella, porque no soporta la felicidad, la luz ni la alegría.
A través de la terapia psicológica, se hace buen acopio de crucifijos y ajos para enfrentarnos a esos que nos quieren robar el día y sumirnos en la oscuridad perpetua o si te reconoces como vampiro podrás volver a la humanidad con unas cuantas pócimas y rituales….En NeuronDiverso Sabemos Ayudarte.
Irene Candelas
Psicóloga Familiar