La idea de lo que significa ser un hombre en distintos niveles puede variar significativamente dependiendo de diferentes factores, como la cultura, la educación, el entorno social y las experiencias individuales. Sin embargo, se pueden ofrecer algunas perspectivas de cómo se realiza esta visión de una forma realista en una sociedad como en la que vivimos sin olvidar la diversidad humana que implica que cada persona pueda manifestar estas cualidades de manera única y propia.
Seguramente más de una vez has escuchado el término “masculinidad frágil” el cual se refiere a la idea de que algunas formas de comportamiento masculino están arraigadas en una fragilidad emocional y psicológica. Estas actitudes y comportamientos suelen surgir como una respuesta a las presiones sociales y culturales sobre lo que significa ser un hombre en una determinada sociedad.
Se manifiesta de diversas formas por ejemplo, puede implicar una sobrecompensación de la virilidad o la masculinidad, donde los hombres se sienten obligados a demostrar constantemente su fortaleza física, emocional o intelectual para evitar ser percibidos como débiles o menos masculinos. Esto puede llevar a comportamientos agresivos, dominantes o incluso violentos como una forma de afirmar su masculinidad. Además, puede manifestarse en una incapacidad para lidiar con las emociones de manera saludable.
Los hombres que se sienten presionados para reprimir sus emociones pueden experimentar dificultades para expresar tristeza, miedo, vulnerabilidad u otras emociones consideradas como «debilidades». En lugar de enfrentar estas emociones de manera constructiva, pueden recurrir a la negación, la evasión o incluso la represión, lo que puede tener consecuencias negativas para su bienestar emocional y sus relaciones interpersonales.
La presión para cumplir con los estándares tradicionales de masculinidad también puede llevar a una sensación de inseguridad y ansiedad en los hombres que no se ajustan a estos roles de manera perfecta. La necesidad de mantener una fachada de fortaleza y control puede generar un constante temor al fracaso o a la percepción de debilidad por parte de los demás.
¿Cuál es la visión “tradicional” de la masculinidad?
Los modelos, cánones y exigencias asociadas a la figura del hombre pueden variar y de hecho han ido variando con el paso de los años sin embargo, hay ciertos aspectos comunes que han destacado como en primer lugar, la fortaleza física relacionada con la capacidad de proteger y proveer para sus familias normalmente asociación con la admiración a la musculatura o las habilidades atléticas.
En segundo lugar, la dominancia y el control lo cual lleva a esperar que sea el hombre que ocupe los puesto de liderazgo y tome decisiones así como son alentados a la independencia y autosuficiencia emocional y financiera, sin depender de los demás para resolver problemas y llevando a una emocionalidad restringida ya que la expresión de ciertas emociones son consideradas “débiles” o “femeninas”.
Por último la heterosexualidad, la cual se ha considerado durante mucho tiempo como la norma, y se espera que los hombres demuestren interés y deseo sexual hacia las mujeres y la expresión de la sexualidad de otras formas o la falta de interés en las relaciones heterosexuales puede ser cuestionada o estigmatizada.
¿Cómo responderíamos entonces a la pregunta qué significa ser un hombre?
A nivel emocional, ser un hombre implica la capacidad de reconocer, comprender y expresar una amplia gama de emociones de manera saludable. Tradicionalmente, en muchas culturas se ha esperado que los hombres repriman ciertas emociones consideradas «débiles» como la tristeza, el miedo o la vulnerabilidad, y en su lugar se destaque la fortaleza, la valentía y la confianza.
Sin embargo, esto ha ido cambiando con el tiempo, y en la actualidad se reconoce cada vez más la importancia de que los hombres puedan expresar y procesar todas sus emociones de manera auténtica y sin prejuicios. En cuanto al aspecto cognitivo, ser un hombre implica tener habilidades de pensamiento crítico, resolución de problemas y toma de decisiones que les permitan enfrentar los desafíos de la vida de manera efectiva. Esto incluye la capacidad de comunicarse de manera clara y asertiva, manejar el estrés y la presión, así como también tener empatía y comprensión hacia los demás.
Por tanto a nivel psicológico, se debe reconocer la diversidad de la masculinidad como algo multifacético que no se adhiera a los que comúnmente se ha oído a la vez que no tener miedo a la originalidad y la expresión de forma libre, valorando la empatía y la colaboración. Ser un hombre es permitirse conectar con uno mismo y con los demás de forma más íntegra, usar estrategias de afrontamiento positivas para hacer frente a las adversidades y buscar apoyo cuando sea necesario, capacidad de establecer y mantener relaciones interpersonales significativas, explorar y definir la propia identidad como individuo y lidiar con los roles y expectativas sociales.
En conclusión y en pleno siglo veintiuno, debemos ser capaces de superar los estereotipos y expectativas restrictivas de género para promover la igualdad y fomentar una cultura que permita a todos los individuos expresarse libremente y vivir de manera auténtica siendo también fundamental que se fomente una visión de la masculinidad más inclusiva y diversa que promueva la salud mental y el bienestar emocional, en lugar de adherirse a cánones rígidos y limitantes que desde lejos se ven anticuados.
Ángel Martín
Psicólogo Clínico y Forense