Cuando algo empieza solemos tener sensaciones de ilusión y esperanza por los cambios que esperamos en nuestra vida a partir de ahora.
Spoiler: los propósitos de año nuevo no existen, son los padres. Así, del tirón, que duele menos.
Racionalmente todos sabemos que de un día para otro nada cambia, que el día 31 de 2022 y el día 1 de 2023 somos exactamente la misma persona. Pero si miramos lo emocional no nos sentimos así. Solemos empezar con el pecho lleno de sensaciones tan poderosas nos invaden con fuerza y nos empujan a querer ser nuestra mejor versión.
Quiero decirte que no pasa nada, no hay nada de malo en ello. Sin embargo, te invito a hacerte una pregunta, ¿cuándo esas ganas y todo lo que ello conlleva desaparecen, tienes los mismos recursos que cuando están? A ver si te suena alguna de estas situaciones:
– “Este año dejo de fumar de verdad, voy a meter el dinero que me gastaría en tabaco en una hucha.”
– “En enero empiezo la dieta. Voy a dejar los hidratos para llegar bien al verano”
– “El día 1 me apunto al gimnasio. Lo voy a pagar de golpe para obligarme a ir”
Estar en la cresta de la ola es maravilloso, todos sabemos estar ahí porque es una sensación verdaderamente placentera. En todas esas frases se aprecia contundencia y la mal llamada fuerza de voluntad. Aunque si se analizan, todas ellas llevan un castigo intrínseco porque hay cosas que “están mal” y que deben ser eliminadas.
Pero ¿qué pasa cuando llega esa época en la que de repente me doy cuenta de que no lo estoy consiguiendo? Las sensaciones y pensamientos que aparecen entonces son devastadoras, porque si no consigo lo que dije… entonces “yo soy mal”.
Por esa razón este año he decidido crear nuevos propósitos. Unos que me ayuden a acompañarme cuando la ola baje y me lleve a la orilla. Unos que me ayuden a sostenerme y a saber salir a flote para volver a coger aire.
Este año quiero aprender a…
… tener una mirada compasiva conmigo misma.
… hablarme mejor cuando las cosas no me salgan bien.
… dar tregua a mi autoexigencia.
… escucharme y conectar con lo que realmente me hace estar a gusto y en paz.
Y tú, ¿te atreves a revisar tus propósitos?
Inés Babío
Psicóloga y Logopeda