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Introducción

 

Seguro que has escuchado alguna vez el eterno debate de aquellas personas que son del “Team Frio” y los del “Team Calor” sobre qué estación del año es mejor que la otra. Coincidiendo con estas fechas vacacionales, en este blog exploraremos el punto de vista de los amantes del calor y cómo el clima veraniego afecta nuestra mente y emociones desde una perspectiva científica, abordando diferentes aspectos del verano y que trae consigo días más largos, temperaturas cálidas y la oportunidad de disfrutar de actividades al aire libre así cómo estos cambios también pueden influir en nuestro estado de ánimo y bienestar psicológico.

Beneficios de la luz solar

Uno de los principales beneficios de la luz solar es su impacto en la producción de serotonina, un neurotransmisor clave para la regulación del estado de ánimo. La exposición a la luz solar aumenta la síntesis de serotonina en el cerebro, lo que puede contribuir a sensaciones de felicidad y bienestar. Esto se debe a que la luz natural ayuda a regular nuestros ritmos circadianos, mejorando así la calidad del sueño y nuestra energía durante el día. La serotonina no solo influye en el estado de ánimo, sino que también desempeña un papel crucial en la regulación del apetito, la digestión, la memoria y el deseo sexual. La falta de luz solar, común en los meses de invierno, puede llevar a una disminución de la producción de serotonina, contribuyendo a sentimientos de tristeza y depresión. Además, la luz solar es esencial para la producción de vitamina D, otro elemento crucial para la salud mental. La deficiencia de vitamina D ha sido vinculada con trastornos del estado de ánimo, como la depresión. La exposición regular al sol puede ayudar a mantener niveles adecuados de esta vitamina, mejorando no solo el estado de ánimo, sino también la salud ósea y el sistema inmunológico.

Actividades al aire libre y su impacto psicológico

Por otro lado, la luz y temperaturas del verano invitan a participar en una variedad de actividades al aire libre, desde caminar y correr hasta nadar y practicar deportes diferentes. Estas actividades no solo proporcionan ejercicio físico, sino que también ofrecen oportunidades para socializar y conectar con la naturaleza. El ejercicio físico, en particular, ha sido ampliamente estudiado por sus beneficios psicológicos, ya libera endorfinas, también conocidas como las «hormonas de la felicidad», que actúan como analgésicos naturales y reductores del estrés. El ejercicio regular puede ayudar a reducir la ansiedad, la reducción del estrés, mejorar el estado de ánimo, los síntomas de depresión y aumentar la autoestima. Participar en actividades al aire libre y eventos sociales, como picnics, barbacoas y festivales, fomentan las interacciones sociales. Las relaciones sociales saludables son esenciales para la salud mental, ya que proporcionan apoyo emocional, aumentan los sentimientos de pertenencia y pueden ayudar a reducir la sensación de soledad. Finalmente, la naturaleza tiene un efecto calmante y revitalizante en la mente humana. Pasar tiempo en entornos naturales puede reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y mejorar la concentración y la creatividad. Actividades como caminar por el bosque, nadar en el mar o simplemente relajarse en un parque pueden proporcionar un escape del estrés diario y promover un sentido de bienestar.

Trastorno Afectivo Estacional (SAD)

Debemos tener en cuenta, desde un punto de vista clínico, el Trastorno Afectivo Estacional (SAD) el cual es una forma de depresión que ocurre en ciertas épocas del año, comúnmente durante los meses de invierno, cuando la luz solar es escasa. Las personas con SAD experimentan síntomas como tristeza, fatiga, irritabilidad y cambios en los patrones de sueño y apetito. Se estima que entre el 1% y el 10% de la población mundial sufre de SAD, siendo más común en regiones con inviernos largos y oscuros ya que la falta de luz solar en invierno puede llevar a una disminución de la producción de serotonina y un aumento en la producción de melatonina, una hormona que regula el sueño. Este desequilibrio puede causar síntomas de depresión. Los tratamientos para el SAD en invierno incluyen la fototerapia (uso de lámparas de luz brillante), suplementos de vitamina D y cambios en la dieta y el estilo de vida para aumentar la exposición a la luz natural.

SAD en verano

Pero no nos olvidemos de los amantes del frío, peli y mantita en casa ya que aunque menos común, algunas personas experimentan SAD en verano. Este tipo de SAD puede estar relacionado con factores como el calor extremo, la interrupción de las rutinas normales y los cambios en los patrones de sueño debido a las largas horas de luz. Los síntomas pueden incluir insomnio, pérdida de apetito, ansiedad y agitación. Para aquellos que experimentan SAD en verano, es importante encontrar maneras de mantenerse frescos y cómodos, establecer rutinas regulares y buscar actividades que les proporcionen alivio y disfrute. La adaptación y la búsqueda de un equilibrio entre la exposición al sol y el tiempo de descanso en espacios frescos y sombreados pueden ser clave para manejar estos síntomas.

Conclusión

En conclusión, el clima veraniego y la luz solar tienen un impacto significativo en nuestro estado de ánimo y bienestar. Al aumentar la producción de serotonina, fomentar actividades al aire libre y mejorar la socialización, el verano ofrece múltiples oportunidades para mejorar nuestra salud mental. Entender estos efectos puede ayudarnos a aprovechar al máximo esta estación y a adoptar hábitos que beneficien nuestro bienestar emocional durante todo el año. Ya sea disfrutando de un paseo en la naturaleza, participando en actividades físicas o simplemente pasando tiempo con amigos y familiares, el verano nos brinda la oportunidad de recargar nuestras energías y mejorar nuestra calidad de vida.

 

Ángel Martín

Psicólogo Clínico y Forense

Ángel Martín

Psicólogo Clínico y Forense