El acoso laboral, también conocido como “mobbing” se caracteriza por la intencionalidad, ya que el hostigamiento tiene como objetivo que la víctima abandone la organización; repetición de la agresión, ya que el acoso es un proceso formado por múltiples comportamientos hostiles que se reiteran sistemáticamente; longevidad de la agresión, dado que tiene que existir continuidad temporal; asimetría de poder entre la víctima y el hostigador u hostigadores; y finalmente, un resultado. ya que en consecuencia la situación puede deteriorar el bienestar de la víctima en todas sus áreas. En definitiva, es un abuso de poder que se fundamenta tanto en el acosador como en el acosado y el entorno, que se suele dar de forma consciente y deliberado y constituye una situación en a que se busca hacer daño a través de distintos actos de corte conspiranoico contra la víctima. El mobbing como dinámica consta por distintas fases descritas por Leymann, si bien están sujetas a las peculiaridades de cada contexto:
Primera fase: inicio del acoso psicológico. Comienzan una serie de hostigamientos iniciales que suelen pasar desapercibidos por las víctimas causando una gran desorientación ya que no identifican los comportamientos abusivos como tal y los transigen en vías de que la situación sea de carácter pasajero y se reconduzca. Al continuar el acoso, la persona objeto de mobbing cuestiona sus propias habilidades buscando un error que atribuirse y desencadenando las posibles primeras reacciones de ansiedad. A fin de buscar una solución, suelen pensar en opciones que resuelvan el conflicto que perciben, un entendimiento con el acosador que creen responsable. La persona acosada se debate entre dos alternativas: por una parte, la negación del problema ante la incredulidad por la situación experimentada (“¿Cómo me está pasando esto a mí?”) y la necesidad de enfrentarse con su acosador a riesgo de que la situación trascienda a la opinión pública.
Segunda fase: apertura del conflicto. El hostigamiento propiciado por el acosador asciende gradualmente en intensidad a fin de ejercer una mayor intimidación hacia la víctima, mediante la ridiculización y el aislamiento, dándose sentimientos de indefensión por parte de esta que percibe la presión de un comportamiento hostil acrecentado. Es en este momento cuando el acoso se sistematiza y prolonga en el tiempo minando la moral de la víctima, lo que se llamaría propiamente dicho “mobbing”. Las acciones maltratantes pueden ser diversas: medidas organizacionales (el superior restringe a la persona las posibilidades de hablar, cambia su ubicación separándole de los compañeros, les prohíbe a éstos hablar con el afectado, le asigna tareas inútiles o ninguna tarea etc.); aislamiento social (se limita a los compañeros interactuar con la víctima por lo que le hacen “el vacío”); ataques a la vida privada de la persona; violencia física; agresiones verbales, difusión de rumores falsos o difamación de la persona siendo estos degradantes y ofensivos para la víctima.
Tercera fase: intervención de los superiores. Esta fase se caracteriza por la búsqueda de ayuda en personas con mayor rango en la jerarquía organizacional que han de tener la potestad de atajar el conflicto y solucionarlo ya que el hostigado se ve incapaz de afrontarlo por sí mismo. En este momento, se puede dar un fenómeno que magnifica el proceso y conforma la espiral del mobbing que funciona como un bucle de retroalimentación negativa: la presión del acoso incide sobre la sintomatología desarrollada y está en la capacidad laboral. Al verse incapaz se refuerza esa presión y por tanto la patología presentada. Ante la insostenibilidad de la situación, la persona hostigada advierte un deterioro en su salud y su vida social, y normalmente acude a un especialista de la salud.
Cuarta fase: huida. Ante el deteriorado estado de salud la víctima puede anticipar el retorno al contexto de trabajo como algo terrorífico la magnitud de la sintomatología vivenciada será crucial para estimar los recursos que tenga la víctima que puedan actuar como amortiguadores. Por otra parte, en esta fase, la sintomatología presentada puede conformar una patología que repercuta en todas las áreas de la vida de la persona.
¿Cómo podemos saber si sufrimos acoso o mobbing en el trabajo?
· Comportamiento hostil o agresivo: Si un compañero de trabajo, supervisor o jefe te trata de manera constante con hostilidad, agresión verbal o actitudes despectivas, esto puede ser un signo de acoso laboral.
· Aislamiento social: El acosador puede intentar aislar a la víctima, excluyéndola de actividades de equipo, reuniones importantes o conversaciones de trabajo. Esto puede hacer que te sientas excluido y aislado.
· Comentarios o burlas constantes: Si alguien te hace comentarios humillantes, insultantes o burlas repetidas veces, incluso sobre tu apariencia, género, raza, orientación sexual, religión u otras características personales.
· Carga de trabajo injusta: El acosador puede asignarte tareas excesivas o poco realistas con el propósito de hacerte fracasar o sentirte abrumado. También pueden quitar responsabilidades importantes sin razón aparente.
· Intimidación o amenazas: Si sientes que estás siendo intimidado, amenazado o que tu seguridad está en riesgo debido a un compañero de trabajo o supervisor, es un claro signo de acoso laboral.
¿Cómo afecta el acoso laboral a nuestra vida diaria?
· Cambios en la salud emocional y física: El acoso laboral puede causar estrés, ansiedad, depresión, insomnio y otros problemas de salud mental. También puede manifestarse a través de síntomas físicos como dolores de cabeza, problemas gastrointestinales y fatiga crónica.
· Descenso en el rendimiento: El acoso laboral puede afectar negativamente tu capacidad para concentrarte y realizar tu trabajo de manera efectiva, lo que puede resultar en un rendimiento laboral deficiente o inconsistente.
· Cambios en la autoestima y la confianza: El acoso laboral puede minar tu autoestima y confianza en ti mismo, haciéndote sentir inseguro y sin valor en el trabajo y expandirse a otra áreas.
· Cambios en las relaciones interpersonales: El estrés causado por el acoso laboral puede afectar tus relaciones fuera del trabajo, ya que puedes estar más irritable, distante o preocupado.
Ángel Martín
Psicólogo Clínico y Forense