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“Lo Perfecto es enemigo de lo Bueno”  Voltaire

 

La insaciable búsqueda de la perfección

 

Vivimos agarrados a la idea de tener objetivos y metas constantes. Además, tenemos que demostrar al mundo que somos capaces de lograrlo todo. A través de las redes sociales y el consumismo se está construyendo una sociedad en la que gana el que tiene más.

Esa insaciable lista de deseos no es más que un conducto directo hacia la ansiedad, la frustración y el malestar psicológico; ya que nunca es suficiente si te puedes exigir un poco más.

 

El Yo Ideal vs el Yo Real

  • El “yo ideal” aparece cuando hay un exceso de autoexigencia y viene a decirnos que tenemos que ser perfectos en algo. En ese momento nos estaríamos colocando automáticamente en el 10.

 

  • El “yo real” es mediocre y nos coloca en el 5. Nos hace entender que tenemos que atender tanto al acierto como a la equivocación, en la misma medida.

 

Aceptar la imperfección para potenciar los talentos

 

Pese a que no tengamos que dejar de potenciar nuestros talentos, el deseo de ser perfectos no se puede sostener en el Ser Humano porque de manera natural, nos vamos a equivocar.

 

Todo lo que hacemos de manera perfecta está siendo imperfecto al mismo tiempo. Para ilustrarlo con un ejemplo podemos pensar en una persona que se expresa verbalmente de manera perfecta en español, pero, al mismo tiempo, no está pudiendo transmitir nada en chino.

 

La valía personal más allá de los éxitos y fracasos

 

Estando colocado en el “yo real”, cuando hacemos algo “de 10” el camino no es tan lejano; y cuando hacemos algo “de 0”, la caída tampoco es tan grande. Tender a un extremo es tan natural como tender al extremo contrario.

 

Constantemente queremos destruir el 0 porque nos conecta con una emoción de fracaso. No obstante, dejar de perseguir el 10 también puede ser liberador porque nos puede estar esclavizando.

 

Una de las claves para tener una autoestima positiva hacia uno mismo requiere ganar seguridad. En este aspecto, la verdadera seguridad es darnos cuenta de que siendo mediocres o siendo “un 5”, valemos lo mismo que cuando somos “un 10” o “un 0”. Es decir, nuestra valía personal no depende de los aciertos o los fallos que cometemos.

 

Además, el momento en el que entendemos que nos podemos equivocar, vamos a ser capaces de atrevernos más y podremos tener más iniciativa de salir adelante sin miedo al juicio.

 

Conclusión

 

Los que no permiten el fallo, están fallando porque muchas veces el fallo no admite permiso.

 

Paloma Alcázar

Psicóloga

Paloma Alcázar

Psicóloga

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