¿Somos iguales? ¿Tenemos acceso a los mismos conocimientos?
Una persona que apoye la integración defendería que aportando el mismo material a ambas personas está promoviendo esa integración y el acceso a los mismos conocimientos.
Una persona que apoye la inclusión defendería que el acceso a esos conocimientos se consigue adaptando el entorno a las condiciones de cada individuo.
Facilitar no es incluir. Integrar no es incluir. Mediar no es incluir.
La inclusión es no negar la diferencia y hacer que ésta no sea una desventaja. La inclusión es conseguir que cualquier pequeño se desarrolle en cualquier entorno aportando los medios para conseguirlo. Inclusión es aceptar las potencialidades y no obligar a que sean los pequeños los que se adapten al entorno, focalizando en sus desventajas.
Por ejemplo, la inclusión escolar se consigue adaptando el entorno al pequeño con diversidad funcional, es decir, facilitando la comunicación con sistemas de comunicación aumentativa o buscando la consecución de objetivos adaptados a sus necesidades, o facilitando el acceso a la lectoescritura con programas adaptados como la lectura global o el uso de TICS.
La inclusión escolar no es mantener a un pequeño a la fuerza en el aula haciendo las mismas actividades que el resto (hacer fichas porque el resto de la clase lo hace, escribir con lápiz o bolígrafo, o aprender a leer con el mismo método).
El fin de la inclusión es conseguir los mismos objetivos por distintos medios. Poner la caja del tamaño que cada uno necesite para ver por encima de la valla, no poner la misma caja a todos.
Desde la Fundación Neuron no nos cansaremos de luchar con uñas y dientes por conseguir que cada pequeño, con o sin diagnostico pueda acceder a la educación que merece, a una educación inclusiva real basada en la neuroeducación.
La neuroeducación real no distingue entre diagnósticos, sino que entiende de competencias y habilidades, las mismas para todos, y potencia las capacidades de cada menor, con o sin diversidad funcional. Habilidades y Capacidades como la comunicación, el razonamiento abstracto, la percepción, la competencia visoespacial, la motricidad, la inteligencia emocional, las habilidades intra e interpersonales y la autonomía y autogestión, entre otras, existen en todos y cada uno de nosotros.
Si desplegamos estas competencias de acuerdo con el desarrollo neurológico de cada menor, además de prepararlos para un futuro real y cercano les estamos dando la oportunidad de la inclusión real, porque cada menor puede desarrollarse a su propio ritmo, que no será el mismo en todas las áreas, pero sí que existirá el desarrollo potencial en todas. No sería necesaria la educación especial, porque fomentaremos las habilidades y competencias especiales de cada menor.
Y esto no es una utopía.
Es una realidad.
Solo hace falta voluntad y fomentar el progreso real de la educación.
En Neuron lo creemos así. Y por esto seguimos trabajando día a día.
Sandra Martínez García
Neuropsicóloga