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Introducción

¿Qué tienen en común las bacterias y Beethoven? Aunque a simple vista pueda parecer que absolutamente nada, el famoso neurocientífico Antonio Damasio nos invita a reflexionar sobre cómo las emociones, esos motores invisibles de nuestras decisiones y acciones, tienen raíces tan profundas como la vida misma.

Acompáñame en este blog para descubrir cómo la evolución de las emociones moldeó nuestra cultura, desde los tiempos de los organismos unicelulares hasta las complejidades del pensamiento humano actual. Lo haremos sencillo y ameno, como si estuviéramos explicándole a un niño curioso de 10 años… o incluso a ese adulto que busca respuestas en el blog de NeuronDiverso .

 

El principio: la emoción como brújula de la vida

Cuando la vida comenzó hace miles de millones de años, no existía nada como los sentimientos. Las primeras criaturas, como bacterias, sobrevivieron gracias a un mecanismo llamado homeostasis , que es una forma elegante de decir que hacían lo necesario para mantenerse vivas: buscaban comida, escapaban del peligro y se reproducían.

Con el tiempo, los organismos desarrollaron sistemas nerviosos básicos que les permitieron adaptarse mejor a su entorno. ¿Y qué apareció con ellos? Las emociones. Piensa en ellas como un GPS biológico que indicaba si estaban en el camino correcto para sobrevivir. Si sentían algo parecido al «dolor», sabían que debían evitarlo. Si experimentaban algo que podríamos llamar «placer», sabían que iban en la dirección adecuada.

¿Qué pintan las emociones en el arte y en el gobierno?

Antonio Damasio argumenta que nada en nuestra cultura, desde las leyes hasta las canciones, hubiera sido posible sin emociones. Por ejemplo, si retrocedemos en el tiempo, la creación de normas sociales, como «no hagas daño a los demás», surgió porque el dolor (tanto físico como emocional) es algo que todos evitamos. Y si hablamos de arte, ¿qué es un poema o una pintura sino una forma de expresar el amor, la tristeza o la alegría?

Damasio explica que el conflicto entre el placer y el sufrimiento ha sido el motor de las grandes ideas culturales. Por ejemplo, cuando alguien decidió inventar la democracia, probablemente lo hizo pensando en el bienestar de todos, tratando de reducir las injusticias que causaban sufrimiento. Y así, las emociones siguen estando detrás de nuestras mayores creaciones, aunque a veces no nos demos cuenta.

El cerebro y el cuerpo: un equipo dinámico

Otro punto fascinante de las investigaciones de Damasio es que las emociones no son solo cosas del cerebro. Todo el cuerpo está involucrado. Cuando sientes miedo, ¿no notas cómo se acelera tu corazón? Eso es porque el cerebro y el cuerpo trabajan juntos para mantenerte a salvo. Esta conexión es lo que permite que nuestras emociones nos hablen tan claramente.

Además, las emociones tienen un papel crucial en nuestra capacidad para aprender. Por eso, cuando un profesor cuenta un chiste o hace divertida la clase, aprendemos mejor: nuestras emociones están participando en el proceso.

¿Y qué pasa con la tecnología?

Hoy en día, vivimos rodeados de pantallas, redes sociales y videojuegos. Según Damasio, esto podría estar cambiando la forma en que experimentamos nuestras emociones. Aunque las interacciones virtuales son útiles, nunca reemplazarán por completa la conexión que sentimos al mirar a alguien a los ojos o dar un abrazo. Es algo para reflexionar, especialmente cuando pasamos más tiempo con nuestros dispositivos que con otras personas.

Imagina un mundo en el que todo fuera virtual. ¿Cómo expresaríamos el amor o la tristeza? ¿Podríamos conectarnos igual con otras personas? Estos son temas que la neurociencia sigue explorando.

La evolución de las emociones: una historia sin fin.

Volviendo al principio, las emociones evolucionaron para ayudarnos a sobrevivir, pero también nos llevaron a algo más profundo: a construir mundos culturales llenos de significado. Gracias a ellas tenemos música, ciencia, tecnología y hasta blogs como este.

Damasio nos deja una reflexión poderosa: si queremos que nuestra sociedad avance, debemos aprender a gestionar mejor nuestras emociones. No basta con ser inteligentes o lógicos; necesitamos entendernos a nosotros mismos y conectarnos con los demás desde lo emocional.

Un vistazo al futuro

¿Cómo crees que nuestras emociones seguirán moldeando el mundo? Tal vez el próximo gran avance cultural o científico venga, una vez más, de ese diálogo constante entre placer y dolor, entre razón y sentimiento.

¿Quién iba a decir que nuestras pequeñas batallas emocionales diarias tienen tanto en común con las bacterias, verdad? Así que la próxima vez que sientas mariposas en el estómago o una punzada de nostalgia, recuerda: estás conectando con miles de millones de años de evolución.

Y tú, ¿qué emoción crees que ha tenido el mayor impacto en la humanidad? Comparte tus ideas y, quién sabe, podríamos construir juntos una nueva teoría emocional.

 

Irene Candelas

Psicóloga

Irene Candelas

Psicóloga